Análisis

Análisis: Kena: Bridge of Spirits

Una aventura como las de antes

La muerte de un ser querido es uno de los sucesos más traumático que todos pasaremos en la vida y desgraciadamente es algo tan inevitable como nuestra propia muerte. No es bonito pensar en ello, no es agradable, pero al final todos debemos pasar por ello.

El elenco de personajes es reducido pero variopinto

Kena: Bridge of Spirits trata sobre la muerte, la superación de la misma y el rencor que genera. No es un tema fácil de abordar, es algo demasiado duro y, aunque suele ser necesario hablar de ello, solemos evitar en gran medida siquiera pensar en la mera posibilidad.

Por supuesto, el estudio desarrollador Ember Lab ha encontrado, para mi gusto, una forma de hacerlo más ameno. Para ello nos pone en la piel de Kena, una muchacha que hereda el papel de guía espiritual de su padre, cuya misión es la de enviar a las personas fallecidas del mundo físico al espiritual. Durante su viaje para descubrir que ha ocurrido en un pequeño pueblo de las montañas, cuyos bosques han quedado sumidos en una marea de corrupción.

Lo que Kena nos ofrece es un juego clásico, como los de antes. Recuerda mucho a la estructura de juegos de aventura clásicos que podíamos encontrar en la PlayStation 2 como podían ser Okami, Jack and Daxter u Onimusha. Es decir, juegos directos divididos en pocas fases, muy diferenciadas, con poderes que ayudan a avanzar y a ampliar la exploración. Jugando a Kena ha sucedido algo que hacía tiempo que no sentía y era eso mismo, jugar a un juego clásico que me hiciera retraerme a la época PlayStation 2. Pese a que puda sonar que estoy hablando de que el juego es arcaico o simple, para nada es así. Es la sensación de estar jugando a un tipo de juego que llevaba años desaparecido o extinto. Un tipo de juego que no aspira a colocar 50 millones de “ ? ” por el mapa para justificar el trabajo realizado. Kena deja mostrar su valor a través de mecánicas concretas y bien ejecutadas.

En Kena no dejaremos de ver paisajes de absoluto infarto

Es cierto que no todo es perfecto. Antes de entrar en detalle a relatar los aspectos más llamativos de este título me complacería quitar de en medio los pocos aspectos negativos que he encontrado durante esta aventura tan conmovedora. Quizás, uno de los aspectos que más tendrían que haber pulido es la cámara, y es que, ésta, se queda atascada constantemente cuando se realiza una acción y queda fijada en un objeto. No se cual es el motivo pero el movimiento de la cámara queda inhabilitado hasta pasados unos segundos después de la acción (como rezar en un santuario). No es algo que rompa la experiencia, pero si es muy incómodo durante la exploración. Eso sí, no ha sucedido, al menos en mi caso, durante los combates.

Otro de los puntos negativos a señalar es la falta de puntos de control cercanos a un jefe u oleada de enemigos, ya que a veces ha tocado repetir un combate en multitud de ocasiones (en la dificultad más alta te pueden matar de pocos golpes) y, sobre todo, ha sido frustrante durante el combate final, en el que después de cada muerte debías cruzar un puente que te costaba unos 10 segundos. No parece mucho, pero si me mató unas 20 veces pues contad.

A nivel argumental es simple pero efectiva. 3 capítulos, con 3 zonas y 3 espíritus corrompidos por el resentimiento y el miedo. Cada espíritu cuenta con su propia historia que, pese a ser algo predecible no elimina lo disfrutables que son las cinemáticas de revelación de la historia de cada difunto. Quizás, la historia por si sola, si el resto de apartados no hubiesen estado a un buen nivel, se hubiera quedado algo corta, pero gracias a lo bien que se siente explorar los bosques y parajes variados de Kena para encontrar todos los recovecos que el mapeado nos ofrece, esta no resulta tan aburrida.

Kena, junto a Ratchet and Clank: Una Dimensión Aparte (salvando las distancias por el nivel de producción), son los dos juegos de animación más artísticamente bonitos que he podido jugar. Los escenarios de Kena son simplemente de infarto, por como están diseñados los bosques, santuarios, paisajes y montañas, por ejemplo. A nivel artístico es simplemente excelente. Tiene una estética pseudo asiática tirando al naturismo extremo con rituales casi africanos, a raíz del diseño de los enemigos y la presencia de las máscaras funerarias. Quizás, su apartado visual es indudablemente su apartado más sólido, ya que llega a un nivel exquisito que nos dejará la boca abierta en cada nueva zona en la que entremos.

Algunos de los diseños de enemigos no nos dejaran indiferentes

Lo que nos ofrece a nivel jugable no es algo demasiado complejo, es lo clásico que podemos esperar de este tipo de aventuras. Ataques fuertes, débiles, esquivas, bloqueos y parries predominan en el cuerpo a cuerpo, mientras que nos brinda otras opciones a distancia como disparos con el arco y bombas. El manejo es correcto, aunque a veces falla un poco la hitbox de algunos ataques enemigos y ciertas animaciones que, pese a estar muy bien realizadas, no se conectan demasiado bien unas a otras, según que momentos. Como añadido a las habilidades con las que contamos de base, el juego nos ofrece un pequeño árbol de habilidades algo escaso, pero que complementa en cierta medida al progreso de los poderes que Kena va consiguiendo. Si bien se hubiera agradecido algo más de variedad, no repercute demasiado en la aventura por la duración que tiene (ha llevado unas 10 – 12 horas completarla).

Por supuesto, si vamos a hablar de lo jugable no podemos dejar pasar uno de los elementos principales en la historia, las mecánicas y en general el marketing del título. ¡Y es que aún no he hablado de los Rot! ¿Cómo se me ha podido pasar? Ay, lindas criaturitas redondeadas de ojos saltones que nos quieren hacer la aventura más sencilla, amena y adorable. Kena, como guía espiritual, se apoya en la ayuda de unos seres protectores del bosque, los adorables Rot, para curar la corrupción que ha asolado el bosque. Para ello, el juego nos ofrece varias mecánicas, como que muevan objetos del escenario para hacernos llegar a zonas inaccesibles por otros métodos, entretengan y golpeen a los enemigos, potenciar nuestros ataques, curarnos envolviendo con su poder a determinadas flores (que hacen el papel de fuentes curativas) y son los principales encargados de debilitar los núcleos de corrupción. Es decir, el pistilo de las flores de corrupción, para que luego nosotros lo destruyamos con disparos o ondas espirituales de la misma manera que haremos con los jefes del juego.

Los Rot no dejarán de decorar los escenarios y de hacer monerías

El juego, eso sí, no ofrece demasiados incentivos para volver a disfrutar la experiencia, quitando alguna habilidad suelta que haya quedado por mejorar y unos coleccionables escondidos, que pueden ser adquiridos en unas tiendas ambulantes. Estos coleccionables se basan en sombreros para los Rot, como pudimos hacer en Bloodborne, pero siendo más mono que tétrico. No es demasiado, por lo que el juego se antoja poco rejugable.

Para quien busque una aventura clásica como las que apenas quedan ya, Kena: Bridge of Spirits es vuestro juego. En general es un juego bastante sólido que nos da una decena de horas de diversión y paisajes hermosos salpicados por los Rots, que irán realizando multitud de monerías varias a lo largo y ancho del mapeado. Puede que la historia no sea nada del otro jueves, pero no impide disfrutar del buen hacer del primer juego de este estudio de animación, Ember Lab.

El análisis se ha realizado con la versión de PS5, cedida por Tesura Games (distribuidora del juego en formato físico). Kena: Bridge of Spirits, el título desarrollado por Ember Lab y publicado por Maximum Games, se puede encontrar ya en tiendas para PlayStation 4, PlayStation 5 y PC. Además, como ya hemos dejado caer, también os podéis hacer con el título en formato físico en sus versiones de PS5 y PS4.

Ángel Lostes

Un músico sin beneficio que escribe textos en sus ratos libres para paliar ciertos momentos de crisis existencial.

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