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Análisis: Blackwind

B lackwind es uno de esos juegos con los que nos damos cuenta de que hay momentos en los que no somos conscientes del esfuerzo titánico que conlleva el desarrollar un videojuego. Solemos ir a la tienda, escoger uno y esperar un juego sin fallos, prácticamente perfecto, pero eso dista mucho de la realidad.

A la hora de valorar un juego como Blackwind podemos dejarnos llevar y hablar sobre lo poco pulidas que están las animaciones y la cantidad de bugs que genera su plataformeo. Esto no haría justicia a la cantidad de apartados que Blackwind, pese a su sencillez, resuelve de buena manera.

La desarrolladora Drakkar Dev, junto a Blowfish Studios y con la distribución en físico en España realizada por Meridiem Games, ha desarrollado una aventura de ciencia ficción en la que James Hawkins, un adolescente con nula experiencia militar, tras un aterrizaje forzoso en el planeta Medusa-42, se verá inmiscuido en una guerra. Esta guerra de la que deberá tomar parte, le lleva a buscar a su padre en un planeta minero invadido por los Raknos.

Esta fuerza alienígena está destruyendo los poblados mineros y sus instalaciones, matando a todo humano que se halle en su camino. Hawkins, como era de esperar, ayudará a sus semejantes durante la búsqueda de su progenitor.

La premisa es sencilla y el inicio me recuerda a aquellos juegos clásicos donde, tras una pantalla con ilustraciones y textos, se nos introducía la justificación argumental que daba el pistoletazo de salida al matamarcianos de turno. La introducción al juego se realiza con unas ilustraciones tipo cómic con un buen acabado y que siempre serán mejores que un video in-game, quizás algo precario, de los que hay en el propio juego.

Blackwind y sus gráficos
Aunque no destaca especialmente en lo gráfico hay que decir que, en general, está muy bien resuelto.

Para quitarnos lo que es quizás el apartado más superficial, el gráfico-técnico, comentaré que, pese a su buena calidad de imagen, se le llegan a ver las costuras. Que no se me malinterprete, el juego no se ve mal en absoluto. Tiene un buen detalle de texturas, haciendo especial hincapié en los efectos de destrucción y explosiones (habrá muchas explosiones).

Quizás lo que más destaca, como punto negativo a este respecto, son las animaciones. Entiendo lo que han querido hacer, pero se notan algo toscas y el desplazamiento del personaje no llega a corresponderse del todo con el escenario, pareciendo que el propio personaje, más que caminar, se desliza.

A nivel jugable, el título parece ser una especie de híbrido entre un Hack’n’Slash y Shoot ‘Em Up, pero sin llegar, del todo, a profundizar en ninguno de los géneros. Ambos apartados están correctamente ejecutados y, aunque no excelente, tienen un buen game feel. No obstante, el juego en general es bastante divertido.

Blackwind y el uso del dron
En el título contamos con un dron que usaremos para resolver ciertos puzzles.

Si bien no desvelaré detalles de la historia, decir que quizás algún que otro añadido a la evolución de nuestra compañera, la IA de nuestro traje, no habría estado de más. Aunque no esté mal la evolución en sí, se antoja demasiado precipitada.

La variedad de enemigos con la que nos encontramos es la correcta teniendo en cuenta la duración del título. Este «bestiario» nos obligará a utilizar todas las herramientas que vayamos consiguiendo durante la aventura. Entre nuestro arsenal disponible, tendremos misiles, ondas expansivas, disparos y dos cuchillas, cuyas ejecuciones recordarán mucho a las de cierto dios de la guerra. A estas ejecuciones quizás les habría venido bien algo más de velocidad en las animaciones, pero me gusta mucho que estén.

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En general, el juego consiste en una serie de zonas o biomas (instalaciones, bosques, desiertos) que deberemos explorar, mejorando nuestro exoesqueleto para alcanzar zonas que antes no podíamos, atravesar obstáculos y, en general, solventar todos los problemas que podamos encontrar. El desarrollo es sencillo, llegas a una zona, avanzas hasta que hay una puerta bloqueada y buscas la llave.

Blackwind y exoesqueleto
El exoesqueleto cuenta con una serie de herramientas, además de una rama de habilidades y pasivas que iremos desbloqueando para mejorar nuestras capacidades de combate.

La parte buena de la exploración es que va directa al grano, el juego no quiere cansarte y te da lo justo para que el «parón» al realizar puzzles, buscar llaves, o activar mecanismos, no sea tedioso. Esto es de agradecer, pues carezco de la destreza y paciencia necesaria para ejecutar puzzles (son mi punto débil), así que en este punto me han ganado.

Hay dos puntos en sí que no son negativos, dado que se complementan. Me llamó mucho la atención que, dentro de las instalaciones que hay en el juego, el nivel de destrucción es bastante llamativo. Puedes destrozar casi todo, computadoras, máquinas, estantes, paredes y es muy llamativo cuando te ves envuelto en una refriega, pero en sí los interiores se me antojan algo feos. Es normal, son pasillos medio oscuros o cuevas que no dan lugar a demasiado detalles.

Luego encontramos los escenarios exteriores, que son mucho más llamativos y cuidados. La dirección de arte no es lo más resultón del mundo, pero el juego en exteriores luce bastante mejor de lo que cabría esperar. La pega es que en estos escenarios al aire libre no hay tantos elementos destructibles (salvo alguna que otra excepción) y eso hace que no llegue a sorprender tanto en ninguna de las dos partes (el interior de las instalaciones y los escenarios exteriores), pues cada una carece de elementos de la otra.

Nuestro joven guerrero, James Hawkins, se esfuerza. Puede que no tenga ninguna destreza militar adquirida, pero durante su periplo intenta salvar a todos los que puede (algunas veces pecando de ingenuo) y se le nota contrariado en ciertos momentos en los que la situación le supera. Si no fuera por su compañera, la IA del traje, no habría superado las adversidades, pues ambos aprenden del otro.

Blackwind y sus exteriores
Los exteriores se encuentran bastante detallados y quedan más resultones que los escenarios cerrados.

En conclusión, Blackwind, desarrollado por Drakkar Dev, editado por Blowfish Studios y distribuido por Perp Games y Meridiem Games, es en sí un buen juego, pero con las carencias y los fallos de pulido de un estudio con limitaciones de presupuesto y de experiencia. En sí, podemos catalogarlo como un juego divertido y ameno, aunque predecible, que intenta hacer bien las cosas y, en gran medida lo consigue. Aún con dos títulos a sus espaldas, Clash of Puppets (2014) y War Tech Fighters (2017), se nota que al estudio aún le queda camino por delante. Este camino no será fácil, pero Blackwind es el primer paso por la senda  correcta.

El análisis se ha realizado partiendo de la versión de PlayStation 5, facilitada por Meridiem Games del título. Blackwind ya se encuentra disponible en digital para PlayStation 4, PlayStation 5 (también en formato físico), Xbox Series X|S, Xbox One, Nintendo Switch y PC.

Ángel Lostes

Un músico sin beneficio que escribe textos en sus ratos libres para paliar ciertos momentos de crisis existencial.

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