Roguelite, roguito o rogue, son algunas de las denominaciones para unos de los géneros más antiguos de los videojuegos. El primer juego que dio nombre a este género, con su propio seudónimo, data del 1980. Y a pesar de tanto tiempo, es hoy en día cuando el mismo está más en boga. Obras de excelsa calidad como Isaac, Slay the Spire, Dead Cells o Spelunky, entre otras; han conseguido lanzarlo devuelta a la palestra. Concretamente, el juego que nos ocupa en este análisis, Orbital Bullet, abraza este género con fuerza, pero quiere darle un giro de tuerca, o dos o tres.
Este título se trata del debut del estudio alemán SmokeStab, y ha sido publicado por Assemble Entertainment para compatibles. En esta fantasía sci-fi, nos encontramos a la humanidad luchando contra Dread Corp, un grupo de invasores que anhelan esclavizar toda civilización viviente. Siendo un soldado que forma parte de la moribunda resistencia, nuestra conciencia es trasferida para servir como última baza contra esta amenaza. Seremos el arma definitiva al convertirnos en un cíborg, esta vez como el último aliento del ser humano.
[no_toc]El ciclo de los reflejos y el gatillo
La citada trama, si atendemos al papel que tiene en el juego, solo sirve como mero trasfondo en el ciclo clásico del género de: jugar, morir, mejorar y repetir. Su sinopsis se podría definir con la expresión de ser «mucho texto», puesto que lo importante aquí será dejar que hablen nuestras balas y nuestras mejoras.
Orbital Bullet es un «Run and Gun» frenético y su jugabilidad se centra en la velocidad de respuesta, la observación del posicionamiento de los enemigos y el aprendizaje de sus patrones. La combinación de peligros, sus especificaciones para hacer daño, sus puntos débiles y las características de nuestras armas nos harán participar en un baile de saltos, esquivas y machacar el gatillo.
Para la ansiada victoria, por ende, tenemos que considerar los tres aspectos cruciales de esta danza. El primero es que podremos dañar o noquear a gran parte de nuestros adversarios si saltamos encima de ellos, a lo Mario Bros. Seguidamente, rodar nos hará invulnerables al daño hasta que volvemos a erguirnos. Y, por último, cada engendró a batir tiene su patrón y su forma más óptima de eliminación, atendiendo a las dos armas que únicamente podemos portar a la vez y a la ubicación del «bicho».
La gestión de esos tres aspectos es vital para destruir a la gran cantidad de enemigos que se abalanzan sobre nosotros. Conllevando así a la confirmación de que, sin dudar, se trata de un juego rápido en el golpeo de botones y exigente en general.
Con este pretexto, y para ayudarnos en la ardua tarea, a través de los escenarios nos encontramos un comerciante. Como buen todo a 100, y mediante la cantidad adecuada de dinero, podremos comprarle mejoras, armas, objetos y vida.
Vamo’ a ser feliz, felices los 4 (o no…)
Antes de liarnos a tiros, iniciaremos en una base central, qué a modo de menú, nos servirá para elegir entre una de las 4 clases de cíborgs, modificar nuestro aspecto y abrir varios árboles de mejora.
Cada una de las clases tienen sus propias habilidades a desbloquear para apoyarnos o hacer un mayor tipo de daño con ciertas armas. Es un añadido interesante, pero se queda en lo superficial, siendo más importante nuestra habilidad y las armas que nos aparezcan.
La profundidad del círculo en 2D
Uno de los mayores atractivos para aquellos que quieren aterrizar por sus tierras es el diferencial uso del 3D y 2D. El apartado gráfico es un homúnculo espacial de las coordenadas cartesianas (x, y) que giran en 360 grados. Con un vistoso pixel-art, similar a Octopath Traveler’s, el escenario va acompañando nuestro movimiento en unos escenarios circulares, procedurales y cerrados a estas dos dimensiones. Esta característica le permite coquetear con la profundidad.
Su mapeado, entonces, es un conjunto de anillos dentro de anillos y en los cuales nos podemos mover a través de unos transportadores. Estos anillos van articulándose en forma de torres ascendentes o descendentes y tienen caminos alternativos, y cofres cerrados, según superemos unos tiempos hasta llegar a ellos o tengamos llaves, en forma de disquetes, para abrirlos. Esa estructura se filtra en cada una de las fases, o planetas, que contienen sus propios biomas, climatología y que podremos seleccionar, a excepción de la inicial.
Esta peculiar circunstancia del giro no solo se traduce en como vemos el juego, sino que se permuta en cada uno de sus apartados. Tanto armas, jefes y enemigos tienen en cuenta este efecto y se moldean para que no paremos de movernos, según desde la altura que nos ataquen y la distancia de impacto de nuestras balas.
Un armero y miles de proyectiles en 360º
Un digno juego de disparos tiene que venir con una armería a la altura de la ocasión y Orbital Bullet está cargado de armas de destrucción. Hay un total de 38 armas y pueden compartir munición según su tipo (siendo no aconsejable usar dos armas a la vez con la misma clase de proyectil). Para que nos aparezcan de forma aleatoria en nuestro particular «Vietnam ciberpunk», deberemos obtener previamente sus planos durante nuestras partidas y desbloquearlos gracias a un recurso específico para ello. Con este mismo material también podremos modificar otros aspectos, como la aparición de armas de más nivel.
Con tanta cantidad, conseguir que cada una de ellas tenga personalidad es una tarea loable y, francamente, lo han logrado. Apartando los típicos cañones, muchas de ellas son bastantes originales y hay variedad para adaptarse a cada jugador o estilo de juego. Por ejemplo, hay una escopeta que únicamente dispara hacia abajo y nos da un pequeño salto.
Como contraparte, hay desbalance entre las armas, lo que se justifica por el efecto de giro que tienen y la longitud de la curva del calibre de nuestro cartucho. Siendo más eficaz para nuestra supervivencia usar armas rápidas y con gran distancia de disparo porque nos permiten ir más seguros y cómodos.
Saturno es divertido porque hay destrucción infinita
¿Y cuánto dura este baile? Al peso. Hablamos de un juego que tiene contenido para rato con muchísimos modos y casillas de «power ups» que conseguir. Una partida/run hasta el final puede situarse en torno a los 35 minutos, dependiendo de nuestra velocidad y el grado de caminos secundarios escogidos. Ahora bien, llegar a los créditos por primera vez os puede suponer unas 13-17 horas (dependiendo de la suerte con las armas). Tantas horas de disparos ya serían suficientes, pero, además, el título incluye hasta 11 niveles de dificultad o NG+, un modo dónde debemos superar 50 escenarios seguidos sin morir y otro modo con escenarios infinitos.
Un bosque de metal ampliable con algunas esquirlas
Como ya os hemos ido explicando, y para ampliar aún más la apuesta, hay una barbaridad de árboles de mejora para armas, personajes, atributos generales e incluso para cada partida. Esta propuesta tiene grandes similitudes con Dead Cells, provocando así qué siempre haya algo más por desbloquear.
Sin embargo, hay tres problemas que hacen que tanta cantidad de «juego en mi juego» no esté a la altura. El primero es un inicio más simple y duro de la cuenta, a expensas de que en cada run vayamos disfrutando de una capa más de personalización. El segundo error de bulto es la ocultación de la mecánica de combos tras un desbloqueable, la cual funciona bien, pero no se entiende que no esté en el inicio. Este sistema nos premia matar y no recibir daño, siendo necesaria para conseguir incrementos de nuestras estadísticas o armas durante cada partida. Su tercer defecto, y principal, es la falta de variedad en los enemigos y más siendo un juego tan amplio en su duración.
La curvatura de la bala
Orbital Bullet venía precedido de un trabajado early access y el reconocimiento de varios premios y nominaciones a nivel alemán y europeo, desde el 2019. Sin embargo, bajo mi punto de vista, este título puede que sea uno de los muchos juegos que están pasando desapercibidos por el convulso ritmo de lanzamientos de este año y un foco mediático centrado en la vorágine de compras de estudios.
El ejercicio de tener un mapeado, enemigos y armamento que gira en 2D le da un carácter lo suficientemente diferenciador para destacar. Quizás, su punto más desfavorable en la puesta estilística y jugable de su autodenominado «rogue 360°» es un ritmo lento de presentación de algunas mecánicas, el desbloqueo de armas y la falta de variedad de enemigos para un juego tan inmenso en duración, como decía.
A pesar de ello, con sus defectos y virtudes, se puede afirmar que, Orbital Bullet está a un gran nivel y no creo que decepcione a ninguno de los amantes de los rogues o de los juegos frenéticos o exigentes. SmokeStab sabe perfectamente de qué debe de estar compuesto un roguelite para satisfacer a su público objetivo, y lo hace de manera destacable.
Por último, me gustaría recordar que Orbital Bullet ya está disponible en Steam y GOG, en su edición estándar por 16.99 € y junto a su banda sonara oficial en la edición «Save the World” por 26,99 €. Además, aprovecho para indicar y agradecer que este análisis ha sido gracias a la clave en su versión de Steam, cedida por los propios desarrolladores, SmokeStab.