El contraste en la saga Yakuza
Kiryu Kiryu, cada mañana al despertar; Kiryu Kiryu, no te imaginas que pasará
Seguro que a todos nos han dicho más de alguna vez que no debemos juzgar un libro por su portada; este conocido dicho es repetido como un mantra por madres y abuelas para que sus retoños comprendan que las apariencias de vez en cuando son engañosas y, por ello, no debemos fiarnos únicamente de lo que percibimos o esperamos de una persona o cosa.
Y bien, ¿a dónde quiero llegar con esto?; creo, sinceramente, que muchas franquicias de videojuegos intentan abrazar esta idea, buscan sorprender al jugador presentando una realidad muy distinta a la que nos imaginamos en un primer momento. Este contraste entre lo que esperamos y lo que encontramos genera situaciones únicas y hace que ciertos juegos se vuelvan obras totalmente impredecibles, extravagantes e incomparables.
Cada día es más difícil engañar o sorprender al jugador; por ello, cada vez más juegos tienden a seguir el camino de las obras más vendidas de la industria, cayendo así en los mismos temas, clichés y argumentos. Pero, ante todos los juegos clónicos y tendencias de la industria, hay una saga que ha sabido implementar el contraste en todas sus propuestas y características; una saga que, desde su nacimiento, ha sido la reina en lo que a romper expectativas de los jugadores se refiere. Esta saga es Ryū ga Gotoku (conocida en Europa como Yakuza) y hoy vamos a hablar sobre como sus desarrolladores han conseguido implementar este contraste en todos y cada uno de los elementos que componen esta gran saga.
Cualquier fan de esta saga es capaz de ver el contraste más evidente que podemos encontrar en estos juegos; me refiero, obviamente, a la diferencia de tono entre la historia principal y las misiones secundarias de Yakuza.
Yakuza es una saga que, en ocasiones, abusa del dramatismo; su historia siempre se centra en el conflicto de personajes honorables atormentados por su pasado o por sus raíces familiares que luchan contra sistemas corruptos, mentes maestras y organizaciones criminales. Todos los juegos de esta franquicia usan estos elementos para componer su narrativa, pero, además, hacen uso de grandes giros de guion, traiciones y complots internos con el fin de enganchar al jugador.
Por otro lado tenemos las misiones secundarias de esta saga, más bien conocidas como “submisiones” o substories (subhistorias). Estas misiones rompen completamente con la seriedad a la que nos tenía acostumbrada la historia principal y nos llevarán a vivir situaciones totalmente absurdas mientras paseamos por las calles de Kamurocho, Sotenbori o Ryukyu.
Esta clara diferencia de tono entre la historia y las submisiones crea una experiencia de juego única que rompe las expectativas del jugador a cada segundo que pasa inmerso en estos títulos; haciendo de los juegos de la saga Yakuza obras totalmente impredecibles, divertidas y con una capacidad para generar situaciones propias de la tragicomedia de forma casi infinita.
Visto este contraste en la historia podemos definir la saga Yakuza perfectamente como juegos muy serios en los que pasan cosas totalmente absurdas; personalmente puedo decir que adoro esta faceta de la saga, ya que nos hace vivir situaciones tan extravagantes como presenciar el secuestro de nuestra hija adoptiva para pocos minutos después ser contratado como un seiyuu (actor de doblaje) para un videojuego yaoi.
Los entornos en los que nuestros protagonistas se mueven es otro elemento en el que el equipo detrás de Yakuza ha sabido implementar este contraste. En Yakuza no encarnamos a las fuerzas del orden y la ley, sino que estamos en el bando de los “criminales”, rompiendo el esquema clásico de roles que hace ver a los héroes como personas bondadosas y a los antagonistas como delincuentes sin ningún tipo de escrúpulos. En esta saga, solemos ser partícipes de los conflictos de intereses que envuelven a las distintas familias de la mafia japonesa (conocida popularmente como Yakuza) mientras, a su vez, lidiamos con la labor de las distintas fuerzas del orden japonesas o los múltiples chanchullos que realizan otras organizaciones criminales ajenas a la Yakuza.
Lo interesante es que esta franquicia, a diferencia de muchas otras obras, no presenta a la mafia como asesinos y oportunistas, sino que muestra a sus integrantes como hombres de honor con fuertes códigos morales y respetuosos con la población civil y las tradiciones de otras familias de la organización. Es por ello por lo que el eje central del conflicto en estos juegos cae muy pocas veces en integrantes de la propia Yakuza, y cuando se da este caso suelen ser personas ajenas a los valores de estas familias (empresarios que ven una oportunidad de negocio en estas familias, matones con grandes aspiraciones…).
Los puestos antagónicos en esta franquicia suelen recaer en organizaciones criminales extranjeras apoyadas por el gobierno japonés; estos enemigos suelen tener un objetivo común, acabar con la Yakuza y controlar todo su territorio. El presentar a un gobierno corrupto que se apoya en organizaciones criminales para acabar con la actividad de las familias en Japón nos muestra otro gran contraste en esta franquicia; Yakuza como héroes que velan por la seguridad de los desfavorecidos y de su propia organización frente a los anhelos de control de un gobierno corrupto y de mafias extranjeras.
La historia y los entornos son dos elementos vitales para el correcto desarrollo de estos títulos, pero si algo ha conseguido que esta saga sea mundialmente conocida y amada por millones de personas es, sin ningún tipo de duda, el carisma y el contraste entre sus personajes.
Todos conocemos y queremos a Kazuma Kiryu, el joven y serio pupilo de Shintaro Kazama que estaba destinado a convertirse en el Dragón de Dojima. Este personaje es nuestro protagonista desde el primer juego de la franquicia hasta que fue sustituido (pero no olvidado) por Ichiban en la séptima entrega numerada; a su lado hemos luchado, sufrido y llorado. Este personaje nos ha enseñado a ayudar a los débiles, a ser fieles a nuestros ideales y a ser leales a nuestros seres queridos. Por ello podemos decir que Kiryu representa la seriedad, la lealtad y el juego limpio; y gracias a estas cualidades el jugador junto a Kiryu ha sido capaz de descubrir y hacer amistad con grandes personas, pero ninguna como la que mantiene nuestro protagonista con Goro Majima.
Majima es el segundo protagonista que tuvo la saga hasta la séptima entrega. Este personaje supone un contraste total con Kiryu; está demente, es totalmente impredecible y tiene un parche monísimo. La dinámica entre estos dos personajes es simplemente sublime, son personajes radicalmente opuestos, pero comparten los mismos valores (lealtad, respeto a la familia, ayudar al desamparado…). Gracias a esta relación, la saga ha sido capaz de construir momentos de comedia brillante y mecánicas de juego únicamente basados en esta relación, como el multijugador en los minijuegos y el sistema Majima Everywhere de Yakuza Kiwami.
El contraste en los personajes no se limita solo a Kiryu y Majima, sino que engloba a muchos personajes de la saga. Muchos de estos personajes representan ideales y valores totalmente opuestos como Shintaro Kazama y Futoshi Shimano, Hiroki Awano y Daisaku Kuze o el propio Kiryu y su hermano Nishikiyama. El conflicto de ideales en la organización es bastante común en la saga y, aunque estas rivalidades no supongan el mayor problema dentro de los juegos (obviando el conflicto con Nishikiyama), sí que representan una parte fundamental de la trama de estos títulos.
La saga Yakuza ha sido capaz de crear dinámicas y mecánicas únicas gracias al contraste, hasta el punto de ser una inspiración para grandes juegos triple A como Assassins Creed Valhalla, que han adoptado fórmulas como las submisiones para aportar frescura y presentar objetivos secundarios divertidos al margen de la historia principal. Esto afecta también al entorno en el que viven los personajes y sus antagonistas, vuelven héroes a personas que en otras obras son considerados criminales; a diferencia de sagas como Grand Theft Auto en la que sus personajes viven en entornos criminales y se identifican y actúan como tal.
Todo en la saga Yakuza está construido en torno al contraste y, gracias a ello, las personas que hemos tenido la suerte de acercarnos a esta saga la amamos con toda nuestra alma.
Quiero usar este último párrafo para animar a cualquier persona, que no haya tenido la oportunidad de jugar a estos juegos, a que pruebe a darle una oportunidad a esta franquicia. Su increíble sentido del humor, sus personajes y su historia son capaces de llegar al corazón de cualquier jugador y, gracias al apoyo de todos, hemos conseguido que la séptima entrega llegue localizada y traducida al castellano. Por esto mismo, si todavía no conoces la historia de Kiryu y Majima, hazte un favor a ti mismo y sumérgete en esta saga.