Con motivo del reciente lanzamiento de la versión física de Disco Elysium – The Final Cut para Nintendo Switch, la distribuidora Meridiem Games (Twitter, Facebook) nos ha cedido una copia del juego para su análisis. Las ediciones físicas de Disco Elysium – The Final Cut están disponibles ahora para Nintendo Switch, PlayStation 4 y Xbox One.
No es la primera vez que os traemos una crítica de este juego en HelGames. Hace unos meses, mi camarada, digo, compañero, Alejandro Camacho, publicó un texto excelente de su experiencia en PlayStation 5, a través de la retrocompatibilidad con la versión de PlayStation 4. Ahí nos explica, de forma bastante exhaustiva (en el mejor de los sentidos), todo lo que forma parte de esta aventura que lo dejó totalmente enamorado. Hizo un trabajo genial y concuerdo en gran parte con su opinión. Por esta razón, lo que os voy a proponer aquí es más un artículo complementario al suyo.
Hay dos discrepancias principales entre nuestros casos. La primera y obvia es la plataforma, la segunda es que yo me he quedado con una posición algo más crítica. Así que, a continuación, nos centraremos en estos dos aspectos. Os presentaremos un análisis de cómo es jugar a Disco Elysium – The Final Cut en Nintendo Switch en particular. Pero también veremos qué podría interponerse en el amor entre vosotros y el juego, cerrando con mi perspectiva general. Eso sí, ya que aquí los medios de producción son propiedad en común, os recomiendo leer el texto de Alejandro primero. Lo podéis encontrar aquí: Análisis: Disco Elysium – The Final Cut.
Análisis de la versión de Switch de Disco Elysium – The Final Cut
Evidentemente, lo que más distingue la edición de Switch es la posibilidad de jugar tanto en la tele como en modo portátil. Cuando estamos con la pantalla grande, los controles son esencialmente los mismos que en las demás consolas. Movemos a nuestro protagonista con el control stick izquierdo, como es habitual. Apretando un botón concreto, podemos activar los puntos de interacción, seleccionando el que nos interesa con el control stick derecho. Hay que recordar que Disco Elysium es originalmente un juego de PC, y además en un sentido bastante tradicional. Denominarlo como un point and click no sería muy desencaminado. En consecuencia, se nota que estos controles clásicos de consola no eran precisamente el sistema para el que se desarrolló. La verdad es que pueden resultar algo antinaturales.
Aquí es donde la híbrida aprovecha su potencial para brillar. Y es que si jugamos en modo portátil, Disco Elysium se puede controlar completamente a través de la pantalla táctil, como sustituto del ratón en PC. Esto le concede ciertas ventajas a la edición de Nintendo Switch. En algunos lugares de la ciudad donde transcurre la historia, existen caminos que cuestan de identificar, debido a la perspectiva. Moviéndonos con el control stick, puede ser difícil encontrar por donde debemos pasar exactamente. No obstante, con la pantalla táctil, simplemente podemos tocar el sitio adonde queremos que se dirija nuestro protagonista. De esta manera, él seguirá la ruta adecuada automáticamente.
Aunque esto resuelva uno de los problemas exclusivos de la versión de consolas, no lo hace a la perfección. Por desgracia, usar la pantalla táctil, especialmente si lo hacemos con los dedos, no es tan preciso como si tuviéramos un cursor de ratón. En Disco Elysium invertimos mucho tiempo en avanzar diálogos, y la ventana correspondiente no se ha adaptado demasiado para Switch. El resultado es que resulta incómodo clicar las opciones de respuesta que elijamos en la pantalla táctil. Eso sí, si estamos en modo portátil, podemos seguir empleando los controles clásicos de mando igualmente. En la práctica esto significaba para mí que mayoritariamente jugaba con botones y control sticks y, en las ocasiones oportunas, aprovechaba la pantalla táctil.
Lo que nos queda por comentar del port de Switch es el componente técnico, y es cierto que no es el más pulido del mundo. Las transiciones entre menús balbucean ligeramente, y en algunas zonas apreciamos una clara caída de fps. En mi viaje entero de algo más de 30 horas, se me cerró el juego repentinamente en una sola ocasión, si bien perdí muy poco progreso gracias a un autoguardado bastante afortunado. Otra vivencia extraña fue un único momento en el que se bloquearon los controles de mando, y solamente pude grabar el progreso con la pantalla táctil, para luego resetear el juego.
Aun así, una actualización reciente, previa a mi análisis, ya mejoró esta edición de forma sustancial, sobre todo en cuanto a los tiempos de carga. Yo he experimentado una única pantalla de carga excesivamente larga, y fue la de iniciar la partida por primera vez. Más allá de lo comentado, no he tenido graves problemas y mi diversión con el juego no se vio afectada gravemente. Como resultado final del análisis técnico de Disco Elysium – The Final Cut en Switch os diría que, a pesar de sus defectos, es una opción perfectamente válida para los que prefiráis la consola de Nintendo. Si la posibilidad de jugar en portátil os atrae, la versión de Switch es una buena compra.
«Mucho texto» nunca era tan adecuado
Al charlar con Alejandro sobre su análisis original del juego, él mismo me reconoció que había escrito prácticamente una carta de amor. No os voy a negar que comprendo su pasión. Desde luego es un título único, con una identidad muy propia y definida. Ahora bien, debo advertiros de que este carisma tiene su precio. Disco Elysium definitivamente no es un juego para todo el mundo. Quizás no os parezca demasiado sorprendente oír esto sobre una obra con tal enfoque narrativo, al estilo de rol clásico. Está claro, hay gente que no quiere leer demasiado en sus juegos. Pero Disco Elysium va a poner a prueba incluso a fans habituales de novelas visuales, y aquí me incluyo a mí mismo.
La historia empieza con una conversación pertinente de un auténtico delirio, mientras la consciencia de nuestro protagonista, poco a poco, vuelve al mando. Esta interacción confusa, simbólica y críptica se me acabó haciendo algo pesada, hasta que por fin podía tomar control del personaje. Cuando salí de la habitación, y tuve el honor de dialogar por primera vez con otra persona de «carne y huesos», fue cuando empecé a notarme más cómodo. Esta impresión inicial resume bastante bien cómo me sentí a lo largo del juego.
Disco Elysium tiene un volumen increíble de ideas excéntricas que se desarrollan en un mundo con un rico trasfondo histórico, político y cultural. Si lo dejáis, os va a dar chapas y latas hasta que podáis redactar vuestra propia tesis en metalúrgica. Mi sesión de estreno acabó en una lección de probablemente media hora sobre teoría racial ficticia (como cualquier teoría racial, supongo). No era capaz de tragarme todo aquello y empecé a leer bastante en diagonal. A pesar de mi dolor de cabeza inminente, pensé «¿qué otro juego me ofrecería algo así?».
El truco está en lo que he mencionado de pasada. Disco Elysium os aplastará con muros de texto sobre las paridas mentales extremadamente bien articuladas de los personajes, o de los complejos conflictos de su sociedad marcada por una cruel guerra ideológica… si lo dejáis. Nadie os obliga a hablar con todo el mundo y mucho menos agotar todas las opciones de diálogo. Para gente como yo, que acostumbra a exprimir los juegos hasta que hayan dado todo de sí, es ciertamente un reto aprender a jugar a Disco Elysium. En la mayoría de ocasiones, os premiará por haber explorado más líneas de interlocución, porque típicamente significa que tenéis más información que os da ventajas en las tiradas. Pero no siempre es así.
Disco Elástico
Al fin y al cabo, no hay que olvidar: Disco Elysium es un juego de rol. No solo estamos extrayendo la máxima cantidad de datos para resolver el caso de asesinato. También estamos hablando con personas «reales», con su visión del mundo definida, y con sus propios intereses y motivaciones. Hay momentos donde puede que sea mejor callarse la boca en vez de indagar ciegamente o insistir en temas sensibles. Y tampoco pasa nada si, en algunas ocasiones, se nos va la mente y no escuchamos con toda la atención lo que nos tienen que decir.
Aunque no haga falta que estemos atentos a todos los detalles, hay que reconocer que el juego está excepcionalmente bien escrito, también en su excelente localización al español. Los personajes se sienten genuinos y el contexto que les rodea es perfectamente palpable, diluyendo el ambiente hostil de la ciudad con abundantes dosis de humor. Pero la genialidad de la narrativa de Disco Elysium destaca sobre todo en su reconocimiento de la interacción por parte del jugador. La narrativa reaccionará a casi todo lo que hagáis, adaptándose especialmente bien a la infinidad de posibles órdenes de descubrimientos que podéis seguir en vuestra investigación.
En definitiva, debemos tomarnos el juego con calma. Cada uno debe ver para sí mismo cómo quiere dedicarse a su partida. Cuando finalmente acepté que iba a probar de rastrear todo lo que se me ofrecía, pero que aun así no cualquier cosa tenía por qué interesarme, fue entonces cuando realmente me podía dejar llevar por el juego y quedarme absorbido en su mundo. Y además, el fracaso es una pieza integral de la experiencia. Por muchas ventajas que tengamos, ninguna tirada está asegurada al 100 %. Del mismo modo, puede que tengamos tanta suerte que nos llevamos el éxito en tareas que parecían imposibles. Vivir con las consecuencias, tanto de la derrota como del triunfo, es lo que define a nuestra aventura. Es lo que la hace única para nosotros.
Esta variabilidad no se limita a las tiradas de dados, sino que también puede ser algo tan sencillo como pasar por alto alguna pista. En un momento crítico de la historia, yo aún no había llegado lo suficientemente lejos en algunas cuestiones de la investigación como para estar preparado para el enfrentamiento decisivo que me esperaba. Esto se tradujo en un impacto grave en mi caso personal, y tuve que lidiar con ello. No obstante, había progresado bastante en vías algo… alternativas, lo cual me permitió nuevas posibilidades en el desenlace de la historia. Durante el final, tuve la oportunidad de jugar bien las cartas que yo mismo me había ganado. Me sentí redimido y valorado por el juego en su conclusión, y esto se lo agradezco de todo corazón.
Disco Elysium realmente nos invita a crear nuestra propia experiencia. Con que os diga que las versiones de otras plataformas incluyen un logro por resolver el asesinato sin siquiera examinar el cadáver, ya deberíais poder haceros una buena idea de su flexibilidad extraordinaria.
Lo que no te mata te hace más disco
La magnitud de sus tangentes de exposición más bien peculiares, nuestra obligación a averiguar por nosotros mismos el tipo de rol que queramos ejecutar, y la inclusión del fracaso como algo inherente a la odisea. Todos ellos son potenciales fuentes de frustración y pueden suponer un obstáculo para muchos jugadores. Pero si solo cambiáramos uno de los estos elementos, el juego perdería su alma.
Esto no significa que no haya posibilidades de mejora. En particular, yo criticaría algunas de las mecánicas del juego. El concepto de las «ideas», por ejemplo, que podemos desbloquear a través de nuestros interacciones, y que nos proporcionan ventajas e inconvenientes específicos, entra en conflicto directo con la mejora de las habilidades básicas, como la Lógica, o la Forma Física. Si una idea nos trae desventajas que no nos gustan, debemos gastar puntos de habilidad (ganados a partir de la experiencia recibida a lo largo del juego) para olvidarla. Estos mismos puntos podrían gastarse en aumentar el nivel de las habilidades básicas y, por consecuencia, nos hallamos disuadidos de probar a utilizar ideas distintas, y la mecánica pierde su interés.
Similarmente, tampoco creo que contribuya demasiado el sistema de salud y moral, dos atributos de nuestro personaje que tienen puntos limitados. Estos se pueden perder a consecuencia de ciertas situaciones y luego restaurar durmiendo o tomando las sustancias adecuadas. Es cierto que llegar a cero induce una pantalla de Game Over, típicamente con algún final malo algo ridículo, pero si contamos con un poco de dinero es casi trivial mantenerse a salvo.
Hablando de dinero, a Disco Elysium tampoco le vendría mal ser algo más explícito en las explicaciones de sus mecánicas, y uno de los métodos de ganarnos la vida en el juego es uno de los mejores ejemplos. Resulta que una vez hayamos obtenido una bolsa, tenemos la posibilidad de recolectar botellas en las calles de la ciudad, para reciclarlas y obtener monedas de una máquina. Pero yo llegué al final del juego sin encontrar ni una sola botella. ¿La razón? Es obligatorio equipar la bolsa primero, para que las botellas aparezcan como objetos con los que interactuar. Un tutorial ligeramente más claro lo resolvería fácilmente.
Y por último, siendo completamente honestos, la resolución del misterio del asesinato es un poco secundaria. Según cómo hayáis avanzado en el caso, la porción final puede parecer algo abrupta. El punto fuerte real de Disco Elysium no es su juego de detectives, sino los diálogos y las relaciones que establecemos con los personajes. La representación de las diferentes ideologías políticas consigue crear un discurso tan inteligente y crítico como caótico. El juego se ríe de todas, sin excepción, a la vez que también ofrece personajes partidarios de cada una de ellas. En una realidad donde las redes sociales nos conducen cada vez más a la pérdida de los matices en nuestra comunicación, Disco Elysium se muestra con una perspectiva mucho más humana y refrescante.
Corte final
El doblaje magnífico que se introdujo con The Final Cut, aunque solo en inglés, contribuye aun más a vendernos las personalidades bien definidas de cada individuo que nos cruzamos. Procediendo de casi 60 países distintos, los actores traen marcados acentos a la interpretación de los personajes. El resultado es un maravilloso reflejo de la pluriculturalidad del mundo que el juego nos presenta. Entre los personajes me gustaría destacar a Kim Katsuragi en particular, nuestro compañero en la investigación. Está remarcablemente bien trabajado para que complemente a nuestro desastre llamado protagonista, y la evolución de su relación, que depende de nuestros actos, ha sido mi elemento favorito de toda la aventura. Es muy difícil no querer a Kim Katsuragi.
Disco Elysium – The Final Cut es como una reacción química, que mezcla lo absurdo de sus digresiones con lo humano y humilde de sus personajes, y el humo resultante quizás no nos permita ver con claridad lo que tenemos por delante, pero nos invade y nos estimula el cerebro lo bastante para inspirarnos a vivir nuestras propias divagaciones mentales. Y posiblemente, con un poco de suerte, solventamos un caso de asesinato en el proceso.
Debido a las diferencias entre sus características, ninguna plataforma es la superior a todas las demás para Disco Elysium. Pero si la portabilidad es lo vuestro y no os importan pequeños desperfectos técnicos, con la versión de Switch no andaréis equivocados.