La curiosidad mato al gato y esclavizo al mono durante cientos de horas delante de una pantalla para saber cuál es nuevo chisme del momento. Ese tipo de ocio, el de mirar la vida ajena, es una práctica habitual dentro del entretenimiento, pero nunca se había traducido al videojuego. ¿Nunca? Sí, nunca hasta que por el 2018 se lanzó un título único como es Do Not Feed the Monkeys (también conocido por su abreviatura, DNFTM). Con él, el estudio español Fictiorama Studios firmaba una curiosa mezcla de género que lo impulso a ser uno de los indies patrios más importantes de los últimos años.
A modo de apunte, DNFTM empaqueto con gracia la aventura gráfica, el puzle, el juego de gestión de tiempo y decenas de toques de humor. Y tampoco se olvidó de manejar una de las grandes inquietudes de sus desarrolladores, la reflexión social dentro de la narrativa. Siendo cuanto menos una curiosa combinación que, no obstante, llego acertar de pleno en la diana.
Y con todo esto aclarado y tras varios años después, sus desarrolladores han querido que ese mismo paquete llegué bastante más lejos con una secuela que se aleja a miles de órbitas. Así, tanto en PC como en Nintendo Switch, Do Not Feed the Monkeys 2099 aterriza y con este análisis buscaremos definir que trae de nuevo este simulador de “voyeur digital”.
Guía de la vieja del visillo galáctico
Como ya os hemos dicho, Do Not Feed the Monkeys 2099 es la secuela del primer DNFTM y ambos no difieren mucho del punto de partida, el de ser unos señores cotillas y rebuscar en la basura del prójimo. Siendo el eje principal, donde pivota la jugabilidad del título, la observación de las vidas de otros o de lugares desconocidos a través de cámaras de seguridad.
A través de ellas, iremos cotilleando y averiguando más sobre los mismos, llegando al punto donde podemos influir o no en sus historias. Siendo nuestra labor estar atentos a los pequeños fragmentos que veremos de la mundanidad del prójimo para ir descifrando quienes están verdaderamente detrás de esas pantallas.
Además, deberemos retener cada detalle, ya que cada “x” tiempo el título nos irá pidiendo que le entreguemos cierta información sobre dichos sujetos a cambio de suculentos beneficios. O también, podremos usar esas mismas pistas para relacionarnos con quienes espiamos, ayudándolos o chantajeándolos a cambio de dinero.
El puzle de la habladuría
Quizás a priori puede parecer confuso y para aquellos que pueden seguir despistados, la forma más sencilla de entender este título es que funciona como una aventura gráfica point’n click donde se nos orienta a ir churreteando en lo ajeno. Dónde sus puzles se basan en sacar información de los objetos de los escenarios, anotar detalles relevantes de las conversaciones y a partir de ellos obtener más información a base de golpe de buscador.
Refiriéndonos a esto último, el título tiene su propio motor de búsqueda donde ir poniendo las distintas palabras que sacaremos del entorno y de los personajes. Ir uniendo esas palabras para encontrar alguna pista valiosa será otro de los engranajes de su fórmula.
Sálvame Naranja Orangután
Esto que podría ser el pan de cada día dentro del género, pero con otro formato pasa a ser algo particular debido al enorme peso que tendrán los horarios dentro del título. Esa jugabilidad de “espía de la KGB” está regida por los ciclos vitales de quienes observamos. Ya que no todo el tiempo estarán pasando cosas y nos obligarán a ir estudiando los movimientos detrás de las cortinas. Entonces, observar o no observar no será la cuestión, siendo la verdadera pregunta, por tanto, él cuándo. Teniendo que ir anotando cuando es el mejor momento para ir espiando y sacar esa “jugosa exclusiva”.
Para complicar las cosas y echarle algo de habanero a la propuesta, para avanzar en la aventura tendremos que ir gestionando cada vez más y más cámaras a la vez. Provocando que nos sintamos como un realizador de una cadena de bajo presupuesto con un programa que se le sale de las manos.
Los lunes al sol de Orión
Como bucle que riza el rizo, el título no solo nos pedirá estar atentos a la caja tonta y como cualquier hijo de vecino también deberemos prestar atención a nuestras necesidades. Por ello, no deberemos olvidarnos de la cruda y triste realidad de pagar la renta y mantener nuestros indicadores de sueño, hambre y salud. Esto ya estaba presente en DNFTM y se mantiene para dificultar la experiencia con ese punto extra centrado en la gestión y en la elección.
Así, el tiempo y el dinero serán nuestros principales quebradores de cabeza y nos obligarán a salir a buscarnos nuestro pan de cada día en trabajos mal pagados. También, tendremos que gestionar esas labores mundanas para compaginarlas con los horarios de las biografías en directo.
Ese concepto de compaginar acaba por ser el reto principal que nos pone encima de la mesa el título. Ese matiz es uno de sus puntos más fuertes y que al principio puede abrumar, siendo difícil en nuestras primeras partidas llegar a todos lados. Y aunque pueda agobiar, en este enfrentamiento del tiempo y las finanzas contra él marujeo es donde radica gran parte de la diversión y del estrés de la obra.
Para ayudarnos a esa encomiable tarea de ser un paparazzi precario y no morir el intento, el título nos plantea una serie de decisiones sobre qué comidas escoger, cuanto y cuando irnos a dormir. Justamente, en esos sistemas de gestión de tiempo/necesidades y optimización se nota una gran mejora respecto a su primera parte. Presentando con este fin una estructura más lógica y clara para las mismas o la novedad de tener la posibilidad de invertir en acciones para obtener beneficios pasivos.
Espía y cotilla para la prensa rosa del espacio profundo
Si esa jugabilidad ya os puede parecer rica por sí misma, la gente de Fictiorama la ha querido recubrir con una capa de contexto narrativo a modo de justificación. La premisa nos pone en la vida de un don nadie que es invitado a unirse al club “de observación de primates”. Dicha asociación es la que nos da acceso, mediante pago, a esas cámaras de seguridad.
Siendo todo esto un turbio negocio, esa sociedad nos establece unas reglas que deberemos cumplir para continuar con tal digno servicio. Por ejemplo, se nos exige que no debemos interactuar nunca con aquellos a los que observamos. O, por otro lado, tendremos que tener un mencionado número de cámaras para mantener nuestro derecho a seguir siendo parte.
Esos dogmas, junto a todo lo anteriormente explicado, es lo que sirve para conducir el tipo de partida que nos propone el título. Siendo habitual fallar en los primeros compases o no alcanzar a verlo todo en una partida, a pesar de poder ir desbloqueando herramientas como la grabación para aligerar nuestras tareas de supervisión.
Precisamente ese deseo no perdernos nada es lo que hace que Do Not Feed the Monkeys 2099 sea un juego bastante rejugable. Con una duración de unas 3-4 horas, pero que será necesario terminarlo varias veces para profundizar en cada una de las historias que nos quiere contar.
Simulador de señora mayor de pueblo en una galaxia mediana
Ese énfasis de crear su trasfondo partiendo de su nivel jugable, también se ha traducido en la principal novedad de esta segunda entrega: la ambientación. El despojarse de las ataduras de situarse en tiempos coetáneos les permite recrearse con personajes o situaciones más interesantes con un gran derroche de imaginación.
En sus mini-historias a la vez tan lejanas y a la vez tan cercanas, tras el chiste, se escondan reflexiones más profundas en tono de sátira. De esta forma, nos irán ametrallando en forma de sketchs para hablarlos de la precariedad laboral, las implicaciones de las nuevas tecnología o temas más universales como el ego o la falta de ética. No obstante, su guion no cae en el adoctrinamiento a pesar de ser algunas veces demasiado directo y en otras pocas ocasiones demasiado superfluo.
Cuando el chisme es tu forma de vida hasta en la reencarnación
Al indie se le pide propuestas interesantes y como hemos ido desgranando durante todo el análisis de este Do Not Feed the Monkeys 2099 estamos frente a una de ellas. Delante de una rara avis de géneros que funcionan a las mil maravillas donde el humor, la crítica social y el morbo se juntan, acelerados por la gestión de recursos.
Siendo esta secuela una forma de reafirmar porque triunfo el primero y porque su secuela no necesitaba mucho para mantenerse como un título que tener muy en cuenta. Tratándose esta continuación de un ejercicio de refinamiento del original apoyada por los nuevos paisajes que le da situarse en el futuro.
Para ir concluyendo, podemos afirmar que Fictiorama ha vuelto a demostrar que puede ser que a cada chisme le llega su “San Fermín” pero la curiosidad es infinita y más si se nos cuentan historias con la misma gracia que lo hace Do Not Feed the Monkeys 2099.
Parar terminar, indicar y agradecer a Fictiorama Studios que han hecho posible este análisis gracias a habernos entregado una clave de Do Not Feed the Monkeys 2099 en su versión de PC para Steam. También aprovechamos para recordar que este DNFTM 2099 no será el único lanzamiento de sus responsables, teniendo previsto publicar durante este mismo año, tras un pequeño retraso, el más que interesante The Fabulous Fear Machine.