Mi relación con Kirby es algo extraña. Conocí a nuestro héroe destructor de dioses malvados en forma de bolita rosita por primera vez de pequeño en Super Smash Bros. Melee. Sin duda, me llamaba la atención con su aspecto particularmente adorable, incluso para los estándares de Nintendo. Sus habilidades también lo hicieron destacar, pudiendo saltar taaaantas veces y tragarse a los enemigos para copiarles los poderes. Aun así, igual como me pasó con muchos otros personajes de la gran N, no llegué a probar sus juegos hasta bastante más tarde.
Luego, en 2011, yo era una de esas máquinas que se compró dejó regalar una 3DS durante los primeros meses después de su salida. Como tal, cuando se anunció la bajada de precio de la consola, me convertí en un miembro del club selecto de los llamados «Embajadores Nintendo 3DS». Ya sabéis: sexo, drogas y 3DS... El caso es que los Embajadores recibimos 20 juegos gratis, 10 de NES y 10 de Game Boy Advance. Entre esos últimos se encontraba Kirby y el Laberinto de Espejos, mi primera experiencia jugando a un Kirby. Y la verdad es que no me gustó nada.
El título contaba con una estructura no lineal en sus niveles, poco típica para la franquicia, y que pretendía darle más salsa, pero que se llevó a cabo mediante portales de teletransportación en vez de un mundo continuo de metroidvania, con lo cual me perdía sin llegar a construirme un mapa mental de los recorridos. Y, además, estaba el típico problema Kirby: ¿Si puedo saltar por encima de todos los enemigos todo el rato, dónde está la gracia? Mi conclusión fue que Kirby, simplemente, no era lo mío. Está bien, no pasa nada.
Eso es, hasta que el año pasado me topé con un video sobre Kirby: Planet Robobot de 3DS. Ver el gameplay en acción me causó mucha curiosidad. La estética era impecable, las animaciones sugerían el gran pulido característico de Nintendo y los niveles ofrecían secuencias más clásicas de plataformas. Y, seamos sinceros, Kirby en su propio robot mecha mola un huevo. Pero era, sobre todo, el hecho de darle un propósito mejor definido al juego, mediante los objetivos para jugadores algo más avanzados, como encontrar los secretos y pillar todos los coleccionables escondidos, incluso con algunos puzles y retos a superar a través de las habilidades adecuadas, lo que convirtió Planet Robobot en el primer Kirby que disfruté hasta el final y uno de mis juegos favoritos de 3DS.
Pues bien, lo que veréis con este análisis es que, por las mismas razones, Kirby y la tierra olvidada se ha convertido en uno de los juegos que más he disfrutado en Switch, y aunque compita codo a codo con Planet Robobot, también es mi nuevo juego favorito de Kirby.
Super Kirby 3D World
El juego abre con una cinemática que nos muestra la dramática ironía del destino. Esta vez es Kirby quien es absorbido, concretamente por unos vórtices enormes que de repente aparecen en su planeta natal. Aunque esto realmente tiene algo de relevancia más adelante en la historia, por ahora es esencialmente una excusa para transportar a nuestro protagonista a otro mundo con sus propias aventuras a vivir: la tierra olvidada. Ahí se encuentra con Elfilin, nuestro nuevo amigo, que no participará directamente en la jugabilidad, pero que nos acompañará a lo largo del juego.
Rápidamente, identificamos el objetivo y la estructura de esta odisea. Una banda de animales llamada «la jauría» ha encerrado a los pobres Waddle Dee en las distintas regiones de este lugar, y nosotros debemos encargarnos de devolverles la libertad. Con esta finalidad en mente, visitaremos los distintos mundos temáticos: el mundo boscoso, el mundo de agua, el del parque de atracciones, etc. Es una pena que el juego vuelva a recurrir, mayoritariamente, a los estereotipos de los mundos temáticos que ya conocemos de todos los demás plataformas, pero los propios niveles en sí varían lo suficiente para compensarlo de sobras. En cada mundo nos esperan típicamente cuatro niveles clásicos y un nivel final contra el jefe correspondiente. Vencer al jefe nos da el derecho a proceder al siguiente mundo.
Como veis, el sistema de progreso es el habitual para los juegos de plataforma. Cada nivel esconde un número determinado de Waddle Dees; algunos de ellos los salvamos simplemente al llegar a la meta, otros hay que encontrarlos escondidos a lo largo del camino, y algunos se liberan al cumplir con misiones concretas para el nivel en cuestión. Para poder acceder al jefe del mundo tendremos que haber conseguido un mínimo de Waddle Dees. No obstante, la mayoría son opcionales.
Los propios niveles se pueden comparar con los de Super Mario 3D World. Es cierto que Kirby y la tierra olvidada estrena el verdadero gameplay 3D para la serie principal. Pero este sigue desarrollándose en rutas lineales bastante delimitadas y con ángulos de cámara fijos. No os esperéis grandes áreas abiertas al estilo sandbox. Sin embargo, como ya hemos anticipado, simplemente avanzar y seguir adelante no es ni de lejos todo lo que hay en este juego. Los puzles y pequeños retos adicionales dentro de los niveles están para satisfacer vuestra necesidad de exploración y desafío.
Todos los Waddle Dee que hayamos recuperado vuelven a la, apropiadamente, nombrada Ciudad de los Waddle Dee. Este sitio actúa como nuestra base de operaciones y, como más habitantes vuelvan a ocupar sus rincones, más servicios aparecen a nuestra disposición. De vez en cuando, se encuentran algunos minijuegos entre ellos. Podremos pescar, trabajar de camarero, jugar a laberintos de canicas con controles de movimiento, y enfrentarnos a una sucesión de combates en la arena.
Al finalizar cada nivel normal también se suelen desbloquear dos «rutas de tesoro», que son pantallas de bonus donde hay que llegar al final dentro de un tiempo límite, usando una habilidad predeterminada. Las rutas de tesoro ofrecen también un reto secundario, que nos pide pasárnoslos en un plazo todavía más limitado. Estos retos secundarios proporcionan recompensas optativas, pero no cuentan hacia el 100 % de completación.
El resultado al juntar todas estas modalidades del juego es que nuestro viaje fluye con un buen ritmo y una variedad agradable. Acabamos un nivel, nos pulimos un par de rutas de tesoro, ocasionalmente nos metemos en algún minijuego nuevo, y así vamos siguiendo. Mientras que la relativa sencillez de los primeros mundos puede inducir una leve sensación de repetición a jugadores más veteranos, con los mundos de la segunda mitad del juego el asunto se vuelve más trepidante y es más fácil quedarse enganchado al buen «venga, un nivel más».
Kirby, la estrella del pop
Kirby y la tierra olvidada sabe triunfar con tres atributos clave: espectáculo, diseño de calidad y accesibilidad para la completación. Veamos ahora cómo se manifiestan estas características en el juego.
El espectáculo es lo que domina la sensación global de la aventura, tanto en el acabado de gráficos y sonido como en la diversidad de habilidades con las que podemos experimentar. Igual que Planet Robobot, Kirby y la tierra olvidada se ve maravilloso. A las imágenes ricas en color se le suman preciosos efectos de iluminación facultados por el hardware de Nintendo Switch. Obviamente, no tiene nada que ver con lo que podemos esperar de un Ratchet & Clank: Rift Apart en PlayStation 5, pero se saca provecho de a lo que la consola puede aspirar.
Como pequeña mácula técnica, deberíamos destacar los modelos enemigos que se mueven con muy pocos fps si se encuentran lejos de Kirby. Es una técnica bastante común en los juegos de Switch que trabajan con grandes ambientes 3D muy habitados que se pueden recorrer enteros, como ocurre también en Shin Megami Tensei V y Leyendas Pokémon: Arceus, por ejemplo.
Las animaciones de los menús y de los personajes en movimiento están repletas de personalidad. Especialmente, las entradas de los jefes con su propia pantalla de presentación, con nombre y título, crean momentos memorables de anticipación al combate. La música es, como suele ser costumbre en Kirby, una auténtica pasada. No vuelven muchas melodías clásicas de la saga, pero en las escasas ocasiones en las que se da el caso, tienen todo el efecto de fanservice deseado, con nuevas rendiciones que nos tienen asintiendo con el ritmo constantemente.
Algo que podría criticarse es que el tema musical principal de Kirby y la tierra olvidada es muy presente en todo el juego. Aunque le dé una buena coherencia a toda la experiencia, y ciertamente aporta numerosas versiones distintas, excelentemente adaptadas al ambiente contextual, también es verdad que puede dar la sensación de un espectro reducido en la banda sonora general. Ahora bien, apoyo con vehemencia la moción reciente en los títulos de Nintendo de incluir una canción pop/rock/big band con letra cantada en sus grandes títulos. Aquí, al cabo de unos minutos de juego, se nos sirve lo que es esencialmente un opening de anime de Kirby. Así sí que a uno le entran ganas de aventuras. Sí, señor.
Finalmente, hay que remarcar que, siguiendo la tendencia de sus recientes predecesores, el contenido tardío y post-game no defrauda en cuanto a su dramaturgia. Cuando he introducido a Kirby como destructor de dioses malvados no estaba exagerando, y, sin entrar en mucho detalle, este juego lo vuelve a confirmar. Siendo honestos, a Kirby y la tierra olvidada le cuesta un poco más erigir su propia identidad en comparación a Planet Robobot. La presencia de los enemigos robóticos, el propio mecha de Kirby, y la megacorporación invasora como parodia poco sutil al capitalismo real; todo ello le daba una personalidad clara y elaborada al título de 3DS. Luchar contra un puñado de animales aquí en Switch… pues no resalta tanto. A pesar de esto, cuando lleguéis a la parte final, prepararos para lo más turbio que vais a ver en juegos firmados por Nintendo en mucho tiempo.
Kirby y su diseño redondo
La calidad del diseño de juego en Kirby y la tierra olvidada se nota en todas sus facetas. El título se controla fantásticamente bien, con respuestas audiovisuales satisfactorias de parte del juego que nos permiten sentir las consecuencias de nuestros actos. En general, las acciones que puede realizar Kirby son relativamente pocas y simples, pero son las suficientes para cargar con todo el juego.
Lo que merece una mención especial es el movimiento de esquivar. Al movernos hacia alguna dirección, mientras mantenemos apretado el botón de defensa, Kirby hace un saltito brusco para evadir a donde se lo hemos indicado. Si conseguimos eludir un ataque justo en el último instante, se inicia una cámara lenta, que nos da una magnífica oportunidad para contraatacar. Para jugadores más diestros, que quieran cumplir con todas las tareas que el juego les propone, esta maniobra es clave. Sobre todo en las batallas de jefe, donde a veces hay misiones que nos piden derrotarlos en poco tiempo o ganar sin perder nada de vida. En general, al repetir los jefes nos damos cuenta de su genial implementación. Cuando nos aprendemos bien los patrones, notamos claramente nuestra mejora como jugadores. En definitiva, Kirby y la tierra olvidada permite al jugador crecer durante la experiencia.
Hablando de crecimiento, las habilidades de copia de Kirby son todas divertidas de usar, y no solo se crean situaciones donde habilidades particulares pueden brillar para facilitarnos el progreso o permitirnos resolver puzles (aunque no sean muchos), sino que también podemos evolucionarlas. En los niveles, es posible hallar planos, a veces en el camino principal, a veces como secretos ocultos, que nos autorizan a aumentar el nivel de una habilidad de copia si también disponemos de las piedras de rareza que conseguimos en las rutas de tesoro y los minijuegos, además de la monedas normales. Con este proceso de mejora, generalmente las habilidades mantienen su uso inicial, pero se vuelven más potentes o incluyen alguna utilidad nueva, lo cual se pone a prueba de nuevo en rutas de tesoro añadidas.
Quien también crece bastante es el mismísimo Kirby cuando se expande para… casi… tragar objetos grandes con la nueva transmorfosis. Desde conducir coches, planear por el aire con arcos como parapentes e hincharse de agua como un globo, esta clase de técnicas introducidas por primera vez en Kirby y la tierra olvidada incrementan la cantidad de retos específicos relacionados aún más. Es una mecánica graciosa y, aunque ha demostrado suficiente variedad aquí en su estreno, desde luego daría para más juego en futuras entregas de Kirby. ¡Esperemos que no se abandone!
Una anécdota que pone de manifiesto la atención al detalle de los desarrolladores para hacer la experiencia un poco más especial: En los niveles del parque temático hay secciones donde los enemigos hacen cola para subirse en una atracción, y no atacarán a Kirby a menos que este los avance y, en efecto, se cuele por delante de ellos. Uno de esos pequeños toques donde se nota el amor por la labor.
Kirby para todos y para todo
Como viejo adicto a la sensación de poder poner mi tic en todas las casillas, lo que me ha empujado a Kirby y la tierra olvidada por delante de Planet Robobot es como da facilidades para completarlo. Aunque, irónicamente, si lo consideramos como una cuestión de accesibilidad, también damos con mi mayor crítica del juego: algunas mecánicas sencillamente no se explican en ningún momento.
En particular, el movimiento de esquivar, que he nombrado antes como crucial para dominar el combate, no está explicado ni tutorializado. Yo he sabido de su existencia porque había visto videos de otros jugadores anteriormente. Y, evidentemente, es posible que en algún momento lo habría encontrado por casualidad, pero no creo que esto sea una buena manera de aprender una técnica tan útil. Similarmente, las habilidades de copia no siempre se explican por completo y, en algún caso, un poco más de información vendría bien. Yo no era capaz de superar el objetivo secundario de una ruta de tesoro porque el juego no me había contado que las mechas de cañones se pueden quemar más rápido con el botón R. No es precisamente un rompecabezas de lógica, simplemente se me ocultó información.
Si bien estos fallos no tienen ninguna excusa real, por lo demás, Kirby y la tierra olvidada explícitamente admite jugadores de un ancho rango de habilidad. El típico «problema» Kirby que hemos mencionado antes persiste, y si uno quiere, puede flotar encima de la mayoría de niveles. Pero al tener lugar en un espacio 3D más complejo e incorporando puzles y retos adicionales, el problema se convierte en virtud. Ahora los jugadores que buscan un mayor desafío tienen su juguete, pero si uno necesita abusar del salto para superar una sección, lo puede hacer.
Esto, además, armoniza inequívocamente con el modo cooperativo. En cualquier momento se puede unir un segundo jugador a la partida, quien controlará a Waddle Dee pañuelo. Al contrario de Kirby, este personaje no puede copiar las habilidades de los enemigos, sino que lucha con su propia lanza. Lo más recomendable es que el jugador más hábil de los dos utilice a Waddle Dee pañuelo, mientras que el otro se quede con Kirby. De este modo, el juego también plantea una situación directa donde dos jugadores de distintos niveles de habilidad pueden encontrar diversión cada uno a su manera. Eso sí, si Kirby pierde toda su vida, ambos vuelven al último punto de control. Y si se aleja demasiado, Waddle Dee pañuelo se teletransporta a la posición del protagonista. Otro elemento chulo es que los jugadores también se pueden curar un poco entre ellos.
Pero en mi perspectiva, el mayor punto fuerte del juego son todas las opciones que da para ayudar a completarlo al 100 %. Para que os hagáis una idea, yo he podido lograrlo en poco más de 25 horas. En general, los secretos están bien diseñados y no requieren ideas muy absurdas para descubrirlos. Si acabamos un nivel y nos faltan misiones por encontrar y resolver, el juego nos revelará las instrucciones para la siguiente misión. Cuando hay secciones unidireccionales en los niveles, nos da la opción de repetirlos sin salir del nivel (y repetirlo entero), por si nos hemos dejado de coleccionar algo. Y un residente de la Ciudad de los Waddle Dee, incluso, nos informa en qué niveles anteriores nos falta conseguir algún plano.
Lo único que, quizás, cojee un poquito son las pocas rutas de tesoro que tenemos que revelar nosotros mismos en el mapa global de los mundos. Aunque no lleve mucho tiempo, se siente un poco como una caza de píxeles, y simplemente sobra.
La filosofía de favorecer al jugador con opciones y ayudas también se extiende al combate. Al evolucionar las habilidades, automáticamente obtenemos versiones más fuertes. Estas pueden resultar útiles para desafíos que antes se nos hacían cuesta arriba. Incluso, hay una tienda donde podemos adquirir bonus temporales para el ataque, la velocidad y para doblar la vida. Todo esto se puede aplicar hasta en la arena, seguramente el obstáculo más difícil del juego. No hay que olvidar que, de todas formas, todas las ventajas nos las tenemos que ganar nosotros mismos, encontrando planos o coleccionando otros objetos de intercambio. En consecuencia, sentimos que realmente nos hemos merecido poder usarlas. Y está claro que nadie nos quita la posibilidad de intentarlo una segunda vez con menos ventajas, si así nos apetece.
Kirby y la tierra que no será olvidada
La primera aventura en 3D de verdad de nuestro mochi de fresa favorito llega con fuerza y juega en la misma liga que Planet Robobot, antes considerado por muchos el mejor de la saga. Descontando fallos menores en la tutorialización de ciertas mecánicas y la repetición de los típicos mundos temáticos de siempre, lo que nos queda es un juego que invita a disfrutar a jugadores de todos los niveles de habilidad, con un excelente diseño de combate y mecánicas, arte y música, y que aún deja algo de margen de mejora para sus secuelas. Si os gusta completar los juegos al 100 %, os quedaréis especialmente a gusto por las facilidades que os da Kirby y la tierra olvidada para conquistarlo.