Sin hacer mucho ruido, Silt se dejaba ver en el último Nintendo Indie World. En dicha presentación, el pequeño estudio británico Spiral Circus nos indicaba, que pese a ser un estudio con desarrolladores con gustos dispares (investigador científico, diseñador de arte, etc.), el juego se había elaborado de forma muy manual y con un alto detalle basando los entornos en la oscuridad y habiendo trabajado en lo sonoro, intentando reproducir de la forma más fiel los sonidos de debajo del mar. Ya con un vistazo a la página web oficial del juego podemos ver cómo se miman todos los detalles al tener una estructura muy acorde.
Todo esto, ha hecho que un servidor se haya querido embarcar en este título que, por un lado, nos presentaba la siguiente apuesta de juego monocromático y que, por otro lado, nos trae recuerdos del gran indie llamado Limbo. El título es un heredero espiritual que sigue una línea estética parecida, pero en un entorno muy diferente: las profundidades del océano.
Acompáñanos en el análisis de esta pequeña entrega llamada, Silt. Preparad vuestra escafandra y vuestra bombona de oxígeno, y que comience la inmersión.
Despertar y sobrevivir
Silt (significado en español como sedimento clástico incoherente transportado en suspensión) es un título de ambientación tétrica y oscura con una atmósfera sobrecogedora. La sensación de indefensión y alienación en un entorno tan desconocido y hostil la podemos sentir desde que empezamos a movernos dentro del buzo del personaje principal del juego.
«En las profundidades moran goliats, bajo las olas y la espuma del mar. Dales caza para sus ojos coger, pues es en ellos donde yace su poder. Una gran máquina aguarda en lo profundo. Despiértala para sellar tu futuro».
Este breve poema es el único texto que vemos a lo largo de toda nuestra aventura en el océano. Un preludio de nuestro viaje de supervivencia en las profundidades. Nuestro objetivo es encontrar a los monstruos gigantes que habitan el mar y derrotarlos, aprovechando así su poder para activar una especie de máquina gigante. Esto es, en resumidas cuentas, la premisa del título.
El ciclo de la vida
Con este pretexto, Silt arranca con un ambiente misterioso, con un juego de luces soberbio que impide que veamos mucho más allá de nuestro campo de visión, y que, sin embargo, nos brinda unos detalles abismales de por donde estamos pasando.
Para realizar nuestra misión, contamos con una habilidad de lo más curiosa: nuestro buzo es capaz de poseer y controlar a algunas de las criaturas marinas que habitan el fondo del mar. Una vez controladas las entidades, estas son nuestros interruptores y maquinaria para resolver los puzles que nos ofrece cada nivel por el que pasamos.
Desde el comienzo de nuestra aventura, para poder liberarnos de la cadena que nos aprisiona, tenemos que controlar a una especie de pez piraña para que destruya nuestras cadenas. Cada criatura tiene una habilidad especial: cortar cuerdas y cadenas, golpear rocas, romper máquinas, transportarse velozmente o a través de paredes, incluso electrificar artefactos. El avance por los laberintos submarinos se sustenta en el conocimiento profundo de cada criatura y sus habilidades. No solamente el buzo entra en comunión con ellas, también lo hacemos nosotros, y es imprescindible hacerlo para poder superar cada puzle y cada zona.
Cuando en tu cabeza algo hace clic
Silt se aprovecha para crecer al mostrar sus similitudes con otras obras que le han servido de inspiración. Limbo, Inside, Little Nightmares y Another World son las inspiraciones que ellos mismos mencionan. Silt es complejo, es ensayo y error con precisión; es Limbo puro, aunque a veces tengamos que morir tanto como en Another World.
Al principio choca un poco la manera de introducirnos en este ambiente hostil, pero cuando le vas pillando el punto a la variedad que ofrecen los animales marinos a los que controlamos, el juego va resolviendo cada puzle de forma ingeniosa en algunos casos y habilidosa en otro.
Podemos cambiar de una entidad a otra sin tener que volver a pasar por nuestro buzo. Es decir, desde un pequeño pez que se coló por una rendija podemos saltar a un crustáceo para poder accionar un interruptor que libere nuestro camino. Esto es sin duda muy útil, además de un requisito indispensable para algunas secciones.
Es un título que tiene claro lo que quiere contar y lo que quiere proponer y mide cada uno de sus elementos de manera magistral para transmitirlo y mantenernos completamente enganchados. El problema principal es que el juego se acaba demasiado pronto y al final, sus apenas tres horas de juego, saben a poco.
Exploración e inmersión como claves de la propuesta
Se puede decir que Silt está construido con escuadra y cartabón. Cada uno de los elementos que lo componen sirven de manera clara y perfectamente medida a un doble propósito: la composición de los puzles y la generación de la atmósfera. Todas las escenas están completamente pintadas a mano y se combinan de manera increíble con la banda sonora, o mejor dicho, su ausencia. Todo es silencio y sonido ambiental mezclado en los momentos exactos con composiciones tensas o épicas, que crean una abrumadora sensación de inmersión.
Silt nos permite, además, con esta inmersión; la capacidad de exploración. Repartidos bajo el agua se encuentran otros buzos (concretamente cinco), los cuales tendremos que encontrar a lo largo de los niveles jugables.
La estética escogida por el título, una escala de grises sombría y oscura, es todo un acierto. El avance por el mar nos lleva a resolver los puzles con una permanente sensación de inquietud, que por momentos se adentra incluso en la angustia y el terror. Avanzamos casi sin darnos cuenta, completamente atrapados por la ambientación, atentos a cada rincón, a cada sonido y a cada sombra, con el temor de la aparición de alguna criatura peligrosa que pueda acabar con nosotros.
Otra cosa a destacar, y que no quiero dejar pasar, es su carga instantánea que, junto a la perfecta reaparición rápida de las entidades destruidas, hacen que la prueba y error no se vuelva pesada. En el juego nos hemos encontrado algún bug, como transpórtanos a pantallas inmóviles o la imposibilidad de salir de la posesión, lo que, sin embargo, no es nada que una salida al menú principal no solucione.
Conclusión final
Silt es un juego que te atrapa desde el principio. El ser humano es curioso por naturaleza, y cuanto menos se nos ofrece, más nos pica la curiosidad por descubrir. La variedad en las posesiones, los distintos puzles y la diferenciación de localizaciones lo hacen muy interesante. Si a todo esto le sumas la ambientación, el juego de luces, los sonidos y la implementación justa y bien medida de su banda sonora; hacen que estemos en constante tensión. La mayor pena es que esto no haya durado algo más.
Con todo lo mencionado, no nos cabe la duda de que este juego tiene mucho que decir. Aunque estemos jugando en blanco y negro, darle una oportunidad durante alguna tarde, que con su precio reducido (14,99 €), os lo debéis marcar como pendiente cada uno de los que hayáis llegado a este punto del análisis.