¿Cuántas veces no te ha pasado que tienes ganas por un título, pero no recuerdas ni cómo ni cuándo se creó ese interés? Precisamente, motivado bajo esa circunstancia, me he encontrado con el deseo de darle una oportunidad al juego que ocupa este análisis, Stick to the Plan.
Quizás esa atención se originará a partir de escuchar un vídeo o leer alguno de esos tanto tweets o textos que lo recomendaban tras su demo en uno de los últimos Steam Next Fest. También, pudiera ser, que ya estuviera en mi foco por estar desarrollado por la misma gente de otro futuro proyecto al cual también le tengo ganas como es Bigger Than Me. O bien, fui cautivado por ser espíritu que desprende de jam, el de una idea original y sencilla intentada llevar a otro nivel, como me sucedió con Roto Force o con Nova.
Y, aunque puede que nunca llegue a entender como sucedió; me he visto en la obligación de adoptar a Roberto, ese pequeño animalito que protagoniza este juego. Imposible resistirse a esa mirada coronada por unos ojos brillantes y planos que parecen tener algo… ¿Pero que cuál es ese algo?
No podrás dejar de sostener este palo
Stick to the plan es un título de puzles desarrollado por Dead Pixel Tales, equipo español formado por tres personas: Julia Cajigal, en el diseño, arte y música; Raul Arenas, también encargado del diseño y el arte y, por último, Javier Camacho, como productor y programador.
Nuestra misión en él será la de llevar a un perrete junto a su palo desde un punto inicial del escenario a otro. Con esa idea, a priori sencilla, se nos presenta un título donde los rompecabezas se basarán en ir moviéndonos a través de unos escenarios en forma de tablero para llegar a un punto de meta determinado, mientras evitamos distintos obstáculos.
El primero de ellos y el principal limitador del movimiento, por así decirlo, es el propio palo. Este chocará o se quedará bloqueado con los distintos estorbos que nos podrán por delante e impedirá nuestro desplazamiento. Es justamente, a raíz de él, dónde nace la pregunta con la que nos encontraremos en cada nivel: ¿Cómo llevo a Roberto y a su maldita obsesión con forma alargada hacia ese punto del mapa?
Desde ese planteamiento es desde donde se construye todo el armazón jugable de este Stick to the Plan. Donde tendremos que encontrar la secuencia de movimientos para llegar a la meta junto a nuestro preciado juguete. Para ello, podremos soltar y rotar el palo en 4 direcciones y según el punto de donde lo agarremos podremos moverlo a la siguiente casilla o no.
Varios tipos de juguetes para un mismo perro
Habiendo explicado las bases de este rompecabezas, Stick to the Plan se las ingenia para suponer un reto que se mantiene siempre fresco a través de sus 70 niveles y mundos. Sirviéndose siempre de los de los primeros niveles de cada uno de esos mundos como tutorial, se nos irán presentando nuevas estructuras para ponerlo todo un poco más difícil.
Las modificaciones, además, no se han introducido de forma aleatoria simplemente porque podían dar nuevas perspectivas a cada uno de los puzles. Son más una tarea excepcional de integrar lo narrativo y lo arquitectónico junto a sus puzles. Y, al igual que sucede con los tutoriales mostrados a través de objetos de los escenarios; son un enlace orgánico para hacernos sentir, de una manera simpática, qué estamos dentro de esas cuatro patitas.
Así, de esta forma, tendremos verjas que se podrán atravesar en línea recta con el palo, pero impiden su giro, alcantarillas que conectan zonas, estructuras que bloquean el paso según nuestro movimiento, palancas que mueven plataformas, suelo que se destruya tras pisarlo o una mecánica relacionada con el fuego. Esta última alteración puede que sea la que supone un cambio más radical, ya que te implica la obligación de llegar al punto final con uno de los extremos encendidos y a su vez impide que podamos coger ese cabo que funciona como antorcha.
Y, en resumidas cuentas, todas esas pequeñas variaciones son las que permiten que, durante las 3-7 horas que dura el título, se mantenga fresco e interesante. Nunca aburre, puesto que nunca para de añadir granitos de personalidad a sus puzles. Es esa misma cualidad, junto a su buen diseño de acertijos, la que nos hará difícil soltar el mando o el teclado.
Todos los perros tienen alguna pulga
Como os decíamos y aunque esa continua mutación de la fórmula sea uno de sus mejores puntos, la progresión de estas variaciones con la curva de dificultad genera algunas tiranteces en la propuesta. Estructurar cada mundo por partes, donde al principio se nos enseña las novedades para posteriormente ir escalando la dificultad de los retos es lógico, pero se siente muy abrupto. Abrupto, precisamente, porque pasamos de unas últimas fases donde se encuentran los mayores retos a unos niveles iniciales que son demasiado fáciles.
Tampoco vamos a decir que sea el mayor pecado cometido en la faz de la tierra, pero al ser un juego mediamente corto se acusa más. Sumado a esto, se echa en falta algunos niveles más para profundizar en sus mecánicas o alguna idea extra que pudiera alargar ese juego del que no queremos soltarnos.
Y todo palo alguna astilla
En esta línea y dentro de los pocos errores cometidos, estaría bien tener más opciones para los ajustes gráficos. Sin sonar muy disparatado y al ser la única opción la de modificar la resolución, estaría bien que al menos hubieran incluido la posibilidad de cambiar el brillo u otros aspectos básicos.
En lo particular, el tema del brillo es bastante grave cuando llegamos al mundo del “Bosque de las Luciérnagas”. Este escenario es bastante oscuro y en él se juega con el fuego y otros elementos para ganar esa visibilidad que necesita la zona. Y, a pesar de que podamos activar sus dos únicas opciones de accesibilidad para ayudarnos, la de dibujar el contorno del palo y del perro; situar un perro negro en un escenario de noche no creo que sea una de las mejores ideas.
Mencionando, por otro lado, el tema de las “features”, hubiese sido extremadamente útil tener la opción de poder mover la cámara en todas direcciones, rotando el escenario en 360º como en Felix The Reaper o tener una vista de pájaro. Algo que ayudaría especialmente para cuando nos quedamos atascados, para cuando se nos atraganta encontrar las respuestas a sus enigmas.
Un cachorro que te robará el corazón
Apartándonos de esos pequeños “peros”, es momento de seguir con sus bondades. Otro de los puntos fuertes de este Stick to the Plan es su adorable presentación. Ya sea por un gran trabajo sonoro, por el tipo de protagonista elegido o por una historia relatada con unas viñetas muy bonitas, el título consigue sentirse entrañable y tierno en todo momento.
Todo esto desprende un juego de una gran calidez, como si estuviéramos delante de uno de esos cortos de Pixar. Una pieza que, en definitiva y sin usar el melodramatismo, despierta ternura con una premisa tan mundana.
Conclusión final
Con este análisis de Stick to the Plan, he de reconocer que estoy algo perplejo con el trabajo de la buena gente de Dead Pixel Tales. Sé que para algunos su premisa puede parecer una chorrada, pero no os miento si os digo que debéis fijaros más detenidamente en él. Que no solo es que sea adorable por tener un perro como protagonista o que sea llamativo por lo gracioso de su concepto.
Por defecto, lo anterior solo le pone un trajecito a lo verdaderamente importante, una gran jugabilidad construida de forma orgánica e ingeniosa. El resto solo sirve para disfrazar a este título notable y a sus inteligentes puzles en una ligera serie de animación, que nos hará tener esa sonrisilla de cuando éramos niños y nos lamía la cara sin control nuestra querida mascota.
Parar terminar, indicar y agradecer a Dead Pixel Tales que han hecho posible este análisis gracias a habernos entregado una clave de Stick to the Plan en su versión de Steam. Además, recordamos que el juego también lo tenéis disponible en Itch.io.